lunes, 31 de enero de 2011

Mis Conversaciones con Destino... (1ª Parte)

Etéreo...



Mis Conversaciones con Destino...
(1ª Parte)

Sevilla, Domingo a 30 de Enero de 2011




Los días pasaban sin pausa en mi levitar entre el existir y la inexistencia de mi Ser, en este mundo que no alcanzo a comprender por no atenerse a la razón... Me esforzaba, por encontrar un sentido a mí estar sin ser,... más, terminaba siempre por no descubrirlo... Y, así, me encontré un buen día de verano, con ya 49 tiempos reunidos en años... Mi sustento en ese planear de inexactitud presencial, tan desangelado y desasosegador, desapareció igualmente que como vinieron esos 49 mazazos, y, así, conté ya 100, pues este último... valía por el doble más uno de los otros 49...
Caí en barrena a esa tierra que nunca quiso aceptar mí física presencia, personal y espiritual también. No pude seguir flotando, por más que sufriera en ello, pero, de alguna manera, esto, me hacía presente... El levitar, daba un escape sustancial a mi alma atormentada por el no terminar en el nacer de “la persona” que encarnaba... Permanecí en un abismo desconocido y terrorífico, pero, esperado, por el desarrollo de los acontecimientos en mi no acontecer...
El golpe de la última pérdida fue definitivo para ya el desplome... La tan temida Nada me estaba esperando para engullirme al fin. El Ser más querido, se había ido a La Eternidad, dejándome por completo desvalido en la boca del lobo, feroz y hambriento de almas perdidas...
La Soledad, Tristeza, Pesadumbre, Incertidumbre, y Desasosiego hicieron, por fin, su total entrada triunfal... La casa y mi pequeño mundo vivencial, se me desplomaron encima con todo su peso determinante en mi ya no salvación, ya terminar...

En todo este insufrible desenlace, oí una clara, insistente e irresistible llamada... Algo ó alguien, me reclamaba en un inhóspito y penoso lugar, con una atracción desconocida,  inexplicable e insoportable de no atender... En aquel trance de destrucción inevitable, tras un lapso en el tiempo, me encontré en mi triste, derruido, olvidado y abandonado a su suerte, Cuartel Daoiz y Velarde, Regimiento de Artillería de Campaña nº 14, mi RACA-14. Olvidado y abandonado, no por mí, que lo recordaba con cariño y añoranza, a pesar de no haberle visitado desde mi licencia, pues en sitios donde lo he pasado mal, y, aquí me fue muy mal, tengo por norma, tratar de no volver a visitar... Olvidado y abandonado, por aquellos que acogió y sirvió, militares y gobierno; ni los altos mandos militares, ni los distintos gobiernos, han sido para darle un destino digno de su resplandor y honor, ya, desgraciadamente perdido por una sin razón...

Al ver su fachada, maltratada por el pillaje salvaje e irrespetuoso de los llamados “hombres”, carroñeros sanguinolentos sin escrúpulos, sedientos por devorar de la forma más animal..., me derrumbé al fin, entré como pude, pues me faltaban las fuerzas, atravesé su entrada principal abierta, su puesto de guardia inmediato, para, seguir por su patio de armas, todo lo que divisaba era descorazonador, como mi situación, su estado presentaba desnudez de toda riqueza en nobleza que un día tuvo, abandono, derrumbes, se percibía la saña que sufría de sus enemigos... Acerté a llegar a un cochambroso y viejo banco, allí, empecé a recordar, rodeado de soledad, quietud y silencio, con mi sola  invisibilidad y penosa tristeza por compañeros...
Me dispuse a abandonarme en ese mundo de ensoñaciones que me regalaba la mente perdida en el recuerdo del pasado...

Entré en 1980, estaba cursando mis clases para Cabo 1º, muy orgulloso de ello, esforzándome por ser merecedor de tal ascenso, mi Teniente Romero P., se encontraba muy satisfecho de mi progreso...







En medio del curso, mi Brigada Acosta, nos hizo llegar unas instancias para La Academia General Básica de Suboficiales, los cuatro que éramos, firmamos las mismas y dimos curso... En aquel entonces, ya empezaba a tener serias dudas de mi valía para la carrera militar, estaba sopesando otras posibilidades (Guardia Civil, Policía,...), quería permanecer en mi Ejército de alguna manera. Recuerdo una conversación con mis compañeros de estudios...

-         Robledo, ¿piensas ir a La Academia?...
-         No, no tengo intención de acceder a los estudios de Sargento, esto no es para mí (Había ido a mi Brigada para retirar mi solicitud de ida a La Academia).
      Es que... ¿en verdad os interesa a vds.?...
-         ¿Qué te crees?, para nada, pero así, nos escaqueamos una semana de aquí, y, encima nos pagan el viaje de ida y vuelta, y, alojamiento.
-         A mí no me parece bien hacer un gasto al Ejército, sabiendo que no me interesa La Academia de Suboficiales (hay que tener en cuenta, que una semana fuera del cuartel y sus obligaciones, para nosotros era algo envidiable, muy valorado).

Ahí quedó todo...

Cuando faltaba poco para el término del curso, logré enterarme, con toda seguridad, gracias a un nuevo Teniente de La Batería (mi Teniente Moreno), que necesitándose 3 Cabos 1os de los 4 que estábamos, mi Capitán Palomar, optó por ascender a los presentados para La Academia, en aquellos tiempos, era práctica habitual tener decididos estos ascensos antes de los exámenes. Aquello, fue un duro golpe a mis grandes ilusiones de ascenso, me había esforzado por superar los estudios, y, se premiaba la picardía, engaño y escaqueo, no a la nobleza, honradez y responsabilidad.
Al llegar el examen, y, explicadas mis razones al Teniente, opté, muy molesto, por dejarlo en blanco como protesta. Fue un examen tipo test, con unas 48 preguntas, ¡todas las sabia!, hubiera sido, si no el primero, uno de los primeros de la promoción.
El Teniente del curso, muy molesto por mi actitud, se quejó a mi Capitán, aunque él, no quiso actuar contra mí.
Errar  es de Humanos, pero, el premio dado a los compañeros que no quisieron sacrificarse en aras de lo justo y leal, y, mi condena a ser por siempre un simple Cabo, terminó por postrarme en el ostracismo y decepción más absoluta para el resto de mi servicio como voluntario en El Ejército. Allí, pude empezar a ser ALGUIEN, y, El Destino no quiso, ¿tenía para mí otros derroteros?... Quedé, ya entonces, destrozado en ilusiones arrancadas de cuajo por un proceder, que consideré recto y legal... Y, es que en esta vida no se premia lo verdadero y desinteresado, sino lo falso e interesado, lo ruin y pícaro...
Lo recordado, ha estado ahí permanentemente, como una losa que me ahoga y destroza. 
Aún así, siempre amaré, con toda mi alma, a mi España y mi Ejército.
...

Juan Raimundo Gómez de León Robledo.