Mis Conversaciones con Destino... (3ª Parte)

Mis Conversaciones con Destino...

(3ª Parte)

Sevilla, a Jueves 3 de Febrero de 2011

Ensoñación...

Un resplandor me hizo sobresaltarme de mi pensar...

Alguien llamado Destino, me decía que quería sintiera, por un momento, ese Amor desarrollarse en mí y en Ella, llegando a su plenitud en esplendor de belleza y magnitud sin igual; por su voluntad, dejaba, que en mis soñares tomara cuerpo y alma esa Mujer imaginaria tan ansiada y necesitada...

En segundos, vi unas luces de colores centelleando en la oscuridad, con un sonido de fondo muy reconocible y reconfortante... Era música lenta de los años 80, y, me encontraba en una discoteca, acompañado de una linda chica de cuerpo escultural, como salida de un molde divino, sobrenatural por su perfección, pues no sólo en lo físico era hermosa, lo era más en su interior, ¡tanto!, que lograba palpar sus deliciosas formas intangibles para el resto de los mortales, lograba tocar su alma celestial, esa era la intensidad en la unión que estaba experimentando a tal Ser.

Sé que tenía un pelo largo dorado, como cortina de tul sedoso que dejaba entrever su rostro angelical e irreal, ya que irreal es, en este mundo, una belleza así..., bondad, ternura, simpatía, Amor desprendía hacia mí aquella presencia...

Sus cejas, pobladas y perfectas en forma y tamaño, se abrían para enmarcar unos ojos, de un azul intenso y grandes, hacían perderme en ellos, en un estar de paz y felicidad... Nariz respingona, con una gracia fresca y delicada, cuan su sonrisa en una boca depurada de toda sequedad..., aquella boca estaba hecha para besar, de aspecto carnoso y húmedo, y, siempre medio cerrada... La besé, ¡Dios si la besé!, fue un beso tan perfecto y profundo de sentido y pasión en Amor, que noté cómo nuestras almas quedaban entrelazadas en unión sin fin... Sus hombros, desnudos, por el corte del atractivo y provocador vestido rojo, quedaban dispuestos a mis ojos centelleantes al divisar tanta hermosura reunida en aquella Mujer, eran finos y escultóricos, y, me indicaban un camino a seguir,... que fue seguido sin esfuerzo hasta un distinguido y atrayente escote, que dejaba adivinar unos pechos tersos y voluptuosos... Mis manos se alojaban en su fina cintura, con un cercano vientre recto que me permitía pegarme más aún a semejante regalo del Dios mismo. Dejé caer, suavemente, una de ellas, deslizándola hasta ser frenada por..., de proporcionadas formas y curvas, firme como toda Ella... Miré hacia abajo, y divisé unas piernas de gacela, delgadas, largas y maravillosas, hechas para recorrerlas con las manos, como sus iguales brazos... A decir verdad, toda Ella, me desataba un deseo incontrolable por palparla delicadamente, casi sin ser tocada, rozándola como si de una pluma se tratasen mis manos temblorosas, creía, que al ser tocada, fuera a desaparecer semejante visión...

Su piel era tan suave y compacta, que parecía de porcelana, mejor aún, de terciopelo o seda, pues desprendía calor humano en demasía; si este amor se hubiera dado en lugar de hielos, es seguro, que derretido quedaría e hirviendo el agua resultante, para ser evaporada y levitar siendo vapor, como era mi estar...

Ella me susurraba palabras amorosas y tiernas a un oído, palabras en frases con una voz acompasada y dulce como su presencia en mí. Se movía con lentitud y gracia, y, yo quedaba absorto de tanto placer en tanto vivir...

Si hay sueños placenteros, éste era uno de los más, y, rogaba no despertarme ¡jamás!. Tanto lo fue..., que terminé por no saberlo sueño..., sino, paradisíaca realidad esperada por muchos desvivires en tormentos sin tiempos dados...

Lo mejor estaba en su Alma, allí encontré un sentir en vivir no disfrutado nunca por ser humano existente, era como un adelanto, fiel y detallado, del Paraíso, en La Tierra, La Felicidad se daba intensa y enteramente gracias al impetuoso Amor derramado entre dos seres y sus espíritus, formando una unión inseparable en lo ya no de este Mundo... Pues, tal belleza, en sentimiento purificador de dos seres y Almas en una sola presencia, no puede darse en esta Tierra...

NO HAY NADA IMPOSIBLE PARA UN VERDADERO AMOR DE MUJER Y HOMBRE, DE HOMBRE Y MUJER.

Juan Raimundo Gómez de León Robledo.