sábado, 5 de febrero de 2011

Mis Conversaciones con Destino... (4ª Parte)

Mis Conversaciones con Destino...
(4ª Parte)

Sevilla, a Viernes 4 de Febrero de 2011



                              
Cerré los ojos para no distraerme con nada y poder empaparme de aquel Amor... Olí su perfume de Mujer, y, me estremecí en todo mi ser... Aquel agradable olor del femenino Amor, casi sin percepción, fue transformándose en jazmines y naranjas... Abrí los ojos y encontré un panorama diferente, Ella no estaba y la luminosidad era total... Volvía a estar en mi Regimiento, aunque, esta vez, no estaban los graciosos jardincitos que rodeaban su patio de armas, descuidados, secos y selváticos... Se encontraban cuidados con esmero, ni una colilla se veía por sus ondulantes caminitos de albero. Quedé sorprendido, al fijarme más..., vi sus pabellones erguidos con gracia y su abolengo intacto, sentí una gran felicidad. En tan perfecta armonía y belleza de formas, apreciadas en mi querido cuartel, no llegué a caer en la cuenta, hasta pasados unos minutos de disfrute, de lo silencioso y desértico que era el ambiente que me engullía...

Miré al banco y encontré en él dos gorras de plato, una de un teniente, y, otra de sargento... Ellas me recordaron, de inmediato, a aquellos dos mandos que tuve de imagen perfecta del verdadero espíritu militar... Mis apreciados, Teniente Landín y Sargento Lozano, a éste último, lo traté bastante más, por su cercanía en el mando... Pensando en ellos y lo mucho que les echaba de menos, escuché al ya reconocible Destino, que me decía... ¡Mírate!...
Esto hizo que me percatara de la humedad que sentía en mi rostro, en aquella tarde sofocante de verano, creí era sudor, pero al fijarme más, noté que estaba localizada sólo en la cara... Tantas emociones intensas, me habían hecho lagrimar sin contemplaciones. Al ir a coger mi pañuelo, vi que mi manga era la de un uniforme muy familiar, era mi traje de granito, mi traje militar de paseo, mi queridísimo uniforme de cabo artillero. Fui a tocarme mis galones... Destino, me había hecho otro regalo, eran galones de Cabo 1º, aquellos que me fueron arrebatados tan injustamente y por los que tanto sufrí.

En esos momentos, sentí una felicidad irreconocible por desconocida ya por mí... Lograr saborear aquella Chica de no existencia en mi cruda realidad...
Ver a mi recordado y amado Cuartel en perfecto estado de revista...
Vestir, orgulloso, mi querido uniforme de... ¡Cabo 1º!..., ¡jamás!, pensé en volverlo a lucir, y, menos, con esa graduación tan soñada en mis tiempos de servicio a La Patria...

Destino me volvía a llamar, esta vez en la salida, me encaminé a ella atravesando el patio adoquinado donde en tantas ocasiones me dio instrucción de marcha aquel querido Sargento Lozano... Cuando hube llegado al bello patio del cuerpo de guardia, me fijé en las lápidas de mármol colocadas en la pared izquierda, entre los accesos a la sala de visita de tropa, el cuerpo de guardia y el despacho del suboficial de la guardia. Estuve entretenido en su respetuosa lectura, nombres de héroes, que se sacrificaron en lo más valioso que poseían, sus propias vidas, dadas sin contemplaciones por su muy amada ESPAÑA, en momentos en los que Ella estaba necesitada de tal suprema prueba de PATRIOTISMO. Supliqué a Dios, me concediera tal valor llegado el caso, pues, por amores así, nada hay que no dar... Ensimismado que estaba en tales reflexiones, cuando, Destino, volviose a escucharse, me indicó saliera y me dirigiera a la izquierda, donde se encontraba el mástil de nuestra Bandera Nacional, rodeado de un pequeño recinto ajardinado... Así lo hice, y, llegado ya, miré hacia arriba, allí ondeaba al viento nuestra gloriosa y hermosa Insignia Nacional, con una gracia y elegancia propia de Ella.







Destino me dijo:
He ahí tu destino, frágualo con tu tesón y coraje, no retranquees nunca ante las adversidades, ni te separes de tus valiosos principios, valores y creencias, honra a tus antepasados con tu quehacer y persona, nunca esperes recompensa por lo que es de justicia ejecutar, respeta a tus superiores, aún sin estar la razón con ellos, sé bondadoso y humilde, educado y digno, justo e imparcial, y, siempre cercano y amable, pero recto con tus subordinados. Lo dicho es orientado como si de un padre me tratase, con todo el bien hacia ti, y, hasta mi amor y orgullo.
Después de hablar largo y tendido con mis amigos y familiares... Amor, Amistad, Futuro, Pasado, Presente, Deseo, Soledad, Tristeza, Felicidad, Añoranza, Incertidumbre, Desasosiego, Injusticia, Justicia, Vida, Muerte, Orgullo, Dignidad, Honradez, Honorabilidad,..., y, tantos otros... Hemos acordado, que caíste en La Nada, engullido por el olvido nuestro, es por ello, por lo que te damos, por tu sufrir, un nuevo renacer en una vida nueva, un principio esperanzador a empezar,  con la sabiduría propia de un ganador, y, la prudencia de un sabio. Nunca olvides lo dicho, y, ten presente, siempre, los dictámenes de tu Alma inmortal, no los de tu cuerpo mortal, es así como lograrás ser respetado, admirado, apreciado, estimado, valorado, querido, amado,... Como serás, FELIZ EN ARMONIA TOTAL CON TU SENTIR ESPIRITUAL.

SE SIEMPRE TU PERSONA EN TU ESPIRITU, NUNCA TU ESPIRITU EN TU PERSONA...

VE Y VIVE POR LOS DEMAS PARA PODER VIVIR EN TI...

Juan Raimundo Gómez de León Robledo.                                                                                                                                      

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